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Desempolvando el Baúl de la Memoria

  • Foto del escritor: Elsa
    Elsa
  • 9 sept 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 3 jun 2020



Por cuestiones de trabajo tengo la fortuna de tener que relacionarme con gente interesantísima,

que se dedican a cosas totalmente inesperadas en el ámbito de la cultura para la mayoría de la gente. El rescate de la memoria sonora, suena como una labor heroica, y me remite a pensar a Indiana Jones o Tomb Rider, para buscar una referencia femenina. Y si es una labor heroica y contra el tiempo, que no sucede en las junglas del Amazonas o cualquier zona inhabitada de un país en vías de desarrollo, o realizada por mercenario armados hasta los dientes. Sucede en instituciones como las fonotecas o los archivos de la nacional, realizada por funcionarios, que con igual o más pasión que los protagonistas de las películas salvan nuestra memoria sonora. ¿Pero alguien había pensado que hay que rescatarla?

Resulta que la primera grabación de sonido es muy reciente, en términos de la humanidad a finales del siglo XIX, antes sólo contábamos con partituras para reproducir la música, y por supuesto entenderán que la interpretación de una pieza de música clásica o cualquier canción varia con respecto a la original, no más hay que pensar en los covers de las canciones actuales, y si pensamos en la voz, hasta hace poco podemos oír la voz y discursos de grandes figuras, su manera de decir las cosas, su pausa, su tono. Tal vez, si pensamos en grandes políticos, no nos motive mucho (aunque confieso a mi sí. Se me viene a la mente – “I have a dream” de Martin Luther King Jr. – Wow inspirador!), pero si pensamos en miembros de nuestra familia nuestros niños con sus vocecitas, la de los abuelos… es lindo oírles la voz.

Pues bien, nuestra generación creció con la posibilidad de grabar sonido; seguro muchos tendrán casetes o videos de la infancia, ¡Pues a ponerse las pilas! Con el cambio tecnológico, muchos de los soportes es decir los casetes, incluso los discos son obsoletos, sino se digitalizan ya, no abran lectores y tal vez esos soportes ya no sirvan. Pues la tarea es aún más titánica si hablamos de la memoria colectiva de una sociedad, que está en soportes aún más viejos, como los rodillos de cera, que, por más cuidados, el tiempo es su enemigo letal. Pues las instituciones a nivel nacional que se dedican a esta salvaguardia saben que en 30 años habrá desaparecido el 80% de los soportes que tiene por digitalizar hoy! Y que todo no se puede guardar, porque entre otras cosas no hay ni gente ni dinero para hacerlo, incluso es muy difícil encontrar lectores muy antiguos.

Esta conversación, que tuve un día normal de trabajo me dio una angustia existencial doble, por un lado, saber que ya no tengo grabación de la voz de mi querido abuelo, que falleció hace 16 años, que desde ese momento comencé a reproducir en mi cabeza como un disco, con la angustia de no saber si ese sonido que recuerdo es igual a la original o si en mi memoria su voz, ya es un cover de su voz original. Y por otro lado, la necesidad de dejarle a mi hija (y también para mi) el registro de la voz de sus abuelos, de sus tíos y la de sus papás, las palabras que decimos y como lo decimos, para que se acuerde.

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